Saturday, January 12, 2013

General Pablo Lopez

¿Qué si conocí a Pablo López? En desde en antes, así era de chiquito –Nabor apunta con su brazo derecho a la altura de sus rodillas dándole verticalidad a su índice calloso para mostrar la altura del personaje requerido a su esponjosa memoria. - Nació en el Charco, una de las haciendas más prósperas del estado de Chihuahua en 1889. Échele números pal diez apenas si tenía veinte años cumplidos. Su nombre de pila era el mismo que se conoce: Pablo López.

Al igual que su hermano Martin Lopez fueron hombres de estirpe revolucionaria y siempre fieles al villismo,tanto que Villa y Luz Corral los trataban como sus propios hijos.

Por conjurar e incitar a la rebelión en contra del orden establecido por el gobierno revolucionario y constitucionalista. Por el asesinato de diecisiete ciudadanos norteamericanos pacíficos que se dirigían a Cusihuiriachi Chihuahua con el único afán de explorar aquella rica zona minera. Por haber invadido a los Estados Unidos en el ataque a Columbus el día nueve de marzo de este año de gracia, poniendo a nuestro valeroso país al borde de la guerra con aquella nación amiga. Y por ser aliado incondicional del enemigo número uno del gobierno el bandolero Pancho Villa. El Supremo Tribunal de Guerra lo declaraba culpable de todos los cargos atribuidos y le sentenciaba a morir pasado por las armas a las doce del medio día del cinco de junio de mil novecientos dieciséis en esta ciudad de Chihuahua en público de la gente.

"Se agolparon en mi pecho las derrotas, la sangre derramada, la retirada que nos habia devuelto a las montañas. Todo el andar en el camino a la gran capital fue de vivas y alientos. Desfilamos entre calles tapizadas de flores lanzadas desde los balcones por las manos de miles de muchachas que a nuestro paso también disparaban las frases más hermosas que haya oído en mi vida, lo mismo fue en Aguascalientes, en Querétaro, en la Capital… El regreso fue otra cosa: el dolor confundido con el grito en los heridas, ríos repletos, despojados por tanta lagrima que nos costó ver lo que vimos, la caída de la División del Norte, al General tirando al norte, a nuestro norte, y más que eso, nos dolieron las traiciones, esas son las dagas que te apuntan al mero corazón, los meros leones se cuartearon, tomaron por suyo el bando de la traición y se unieron a los perfumados".

"En la entrada que nos dimos en Columbus resulté herido de las dos piernas, tuve por hospital la sierra de Chihuahua y como no pasaria a la historia por ser del bando de los “malos” mi refugio ya había sido bautizado y su nombre remontaria sobre los tiempos de los tiempos: La cueva de Pablo López, aunque mis adentros me dicen lo que yo quisiera: que la nación mexicana tuviera de mis esfuerzos por la patria tan solo un poco de consideración. Qué bien se leería: Escuela Elemental Pablo López. Otra cosa sería. Por la escuela el gusto me vino a mas desde que el General nos hizo a todos oficiales de su tropa buscar y reunir a todos los niños huérfanos de guerra o de pestes que en aquel tiempo en mucho se apreciaban, con ellos formamos las primeras escuelas de la revolución. Pero ahora lo único verdadero es que el paredón me aguarda. Ya oigo las órdenes y los redobles llenos de orgullo de los que viene por mí. Ellos me fusilarían sin saber que acaban a un hermano más. Los que vienen los trae el viento de la victoria que ahora les pertenece, pero no saben que mi muerte y las muertes de los que quedan se llevaran consigo la esperanza que nació en Cerro Prieto, Las Escobas, Tierra Blanca, Paredón, Zacatecas, Parral, Chihuahua y ciudad Juárez. La sangre que inundó los surcos que aramos con nuestros andares revolucionarios."

" Ya voy camino a mi patíbulo, mi último andar es un remedo, a mis veintiséis años la muerte me ha ganado la carrera. Estas muletas sostienen mi cuerpo dolorido, muy pronto partirá al confín lejano y desde ahí estaré mirando lo incierto del futuro de mi pueblo. ¡Cuánta gente! Mi muerte parece la feria de mi amado Satevó, aquel lugar hecho nudo en mis recuerdos de donde me trajeron prisionero y en donde quise cobrar cara la afrenta, ahorita en el mero final de mis finales me acuerdo que, arrastrándome, carabina en mano grité: “Si son mexicanos me entrego, si son gringos moriré peleando”. Ya escucho la primer campanada de las doce. Mi adiós al pueblo todo, a todos y a los que no han venido a verme morir, a los que están a mi derecha: hambrientos y harapientos que sé muy bien que están comiéndose las lagrimas. A los de la izquierda: señores biennacidos los preocupados por la paz para poder vivir de sus nuevos intereses, y a los del centro: primer pelotón de fusilamiento que ya se apresta a revivir el mandato del verdugo, y al pelotón extraordinario que está por si mi pecho no recibe en su seno la primera descarga."


Poco antes de las diez de la mañana llegó Pablo en muletas,con una camisa blanca,que seguro era prestada porque le quedaba grande.Se veia bastante enflaquecido y ojeroso,segundos después se paró estoico frente al paredón con un puro que nunca encendió,al preguntarle su ultimo deseo López contestó"dos ultimas gracias antes de morir: una cerveza y que se lleven al gringo, a ese que está ahí tomando fotos y ordenando con sus ojos: mi fin, mi muerte, su venganza,luego tiró su texana al suelo y el infame "preparen,apunten,fuego rompió el silencio.

El gringo volvió a tomar fotos en el preciso momento que recibia la descarga,cayendo inmediatamente sobre su costado derecho en un charco de sangre.El comandante se acercó a Pablo y con la .45 le dió en la frente el tiro de gracia.

De entre la multitud sus amigos y compañeros de armas gritaron enardecidos y con todas las fuerzas de sus pulmones"ahora comanselo perros"la multitud los coreó un buen rato y se retiraron a preparar su funeral.

Lo enterraron en el Panteón de Dolores,que fue invadido por amigos,familiares y amnistiados villistas."General Pablo Lopez,te hirieron las balas norteamericanas que ahora invaden nuestro suelo,pero te asesinó la ira del autócrata".

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